Innumerables conciertos de tipos y estilos de música diferentes he
presenciado. Divertidos y sosos, o tanto emocionantes y arrolladores,
como inaguantables y aburridos. Hasta que llegó el momento de cruzarme
con Eddie Argos y sus secuaces. Definir su exhibición en la Moby Dick de
Madrid es altamente pretencioso y complicado. Decir que fueron una
panda de cerdos malolientes y enrabietados los dejaría en mal lugar y
daría a entender que son gente indeseable que no merece ni unos 10
segundos de atención en alguna de sus canciones y tampoco pagar ni
un céntimo para que puedan seguir ejerciendo dicha profesión. Realmente
lo son, pero eso debe matizarse minuciosamente. No hay nada más difícil
que aparentar eso, pero tener una clase y talento enormes para movilizar
y hacer vibrar a la gente con algo de lo que ellos saben demasiado:
hacer buena música. Sudan y huelen mal. Gritan y están cabreados
(aparentemente)... pero se visten de gala para la ocasión y no paran de
robarnos sonrisas. Ellos son ART BRUT