martes, 23 de agosto de 2011

the mill


No es ninguna macrodiscoteca de la alta sociedad ibicenca ni ningún garito del paseo marítimo palmesano. Se encuentra en los aledaños de un pueblo en medio del campo. En el centro de la nada. Sus propietarios nos deleitan con su hospitalidad y amabilidad invitándonos a citas ineludibles, normalmente veraniegas, para dar rienda suelta al júbilo y al gozo sin mesura. Comiendo, riendo, bebiendo, besando, chupando… igual eso debería matizarse, bailando, fotografiando y sobretodo, divirtiendo a todo el que se tiene alrededor. Música de alto voltaje con Dj’s, trompetas y derivados retruenan en su interior. Un chili con carne huele y grita, comedme, desde la cocina. Hay niños con sus padres, adultos, cuerdos, enajenados y mujeres que apuntan alto. Sobretodo buena gente. Predisposición no falta y la sensación de velocidad en toda acción queda patente. Todo el mundo está esperando al encendido de la mecha, la cual, no es nada larga y que todo empieza a rodar. Es un Molino, pero cuando el coctel es el mencionado, se convierte en un Gigante. No tiene aspas, pero en cualquier momento puede echar a volar... algún día.

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